jueves, 15 de julio de 2010

“Con el premio es que tengo un lugar”, Jorgelina Cerritos

Por: Sonia Rivera

El premio Casa de las Américas goza de un prestigio de más de cinco décadas y es considerado de gran importancia a escala latinoamericana. Es la sexta ocasión que una persona salvadoreña recibe el premio y segunda vez que lo hace una mujer.
En 1977 ganó el premio Claribel Alegría por su libro “sobrevivo”. Dos décadas después, el premio le ha sido otorgado a la dramaturga salvadoreña Jorgelina Cerritos con su obra “Al otro lado del Mar”.
Este año participaron 431 obras, de las cuales 138 eran en la rama de teatro, con las cuales compitió la obra de Cerritos. Ella es actriz y dramaturga, tiene 15 años de estar dedicada al teatro, trabaja con el grupo “Los del Quinto Piso”. Cerritos ha sido entrevistada por muchos medios de comunicación por haber obtenido el premio latinoamericano más importante en la rama de teatro. Se trata de la 51 edición (2010) del Premio Casa de las Américas, Cuba.
Jorgelina estudió psicología en la Universidad de El Salvador, tiene diez obras escritas, con las cuales también ha ganado premios internacionales y aunque dentro de las bases de competencia estaba el compromiso de publicarlas, ninguna fue publicada por la anterior CONCULTURA, “lo cual no es una deuda de la actual Secretaria de Artes pero si del país”.


Jorgelina, de qué trata la obra “al otro lado del mar”
Su contexto se encuentra basado en la identidad de las personas, el tema principal que se refleja en la pieza es la identidad entendiéndola como algo más haya que la identidad oficial, quienes somos nosotros y quienes somos nosotras, a partir de la historia que nos precede, ya que nos antecede una historia personal y al mismo tiempo social.
En esta obra, está planteado el hecho que la identidad es algo más que el nombre y el número que llevamos en nuestro DUI (Documento Único de Identidad), más que eso es quien soy yo verdaderamente y en ese sentido, el juego metafórico que se hace al respecto esta cifrado en dos personajes, un personaje hombre quien desconoce todo su pasado no sabe quiénes fueron sus padre, dónde nació, es decir, no sabe nada de su historia anterior.
Por otro lado está Dorotea que es una mujer con toda su historia en regla y pese a esa situación y donde pareciera que ella tiene ventajas sobre él, puesto que está reglamentada su identidad nos vamos dando cuenta en el transcurso de la obra que ella no se acepta así misma, ella quisiera que su historia no hubiese sido como fue, ella no quiere hablar de su historia y si ella pudiera sepultarla en el océano lo haría, a diferencia de él quien no tiene todo esto, desea una historia, desea un futuro, desea un pasado, porque también creo que entre esa dicotomía en donde todo lo que vamos hacer de hoy en adelante tienen que ver con la historia anterior.

Partiendo de esto, cómo ve usted la identidad de las mujeres en la sociedad Salvadoreña
La identidad de las mujeres es algo que se refleja en la pieza, Dorotea es un mujer de unos 60 años más o menos que está atravesando una crisis en donde la sociedad la empieza a desplazar, en donde ella incluso en algún momento dice ellos creen que una es tonta que no se da cuenta que dejan a las de menor edad en la oficina y a las mayores nos mandan a los lugares más recónditos donde no importa que el servicio sea más lento, ya no importa porque no hay nadie a quien atender. Entonces, en la capital están las muchachas bonitas, jóvenes, activas y dinámicas, y quizás no importa si atienden bien o mal al público, usuario o usuaria, sino que únicamente su apariencia.
En ese sentido, ella ya no joven, atractiva y no dinámica está excluida y recluida en las afueras, eso es algo que nosotras las mujeres vivimos. Quizás eso no sea específicamente de la mujer porque el tema de la tercera edad tiene que ser tanto para mujeres como para hombres, pero sí creo que la edad y la categoría tiempo la vivimos diferente mujeres y hombres.
Hablando de identidad atravesamos esas crisis de los reemplazos a toda edad, es decir, a tal edad ya te dejó el tren y entonces tienes apenas 28 años y ya te sientes vieja porque no tienes en perspectiva un matrimonio, tienes 35 años y ya no tuviste hijas e hijos, tienes 40 años y te quedaste para vestir santos, tienes 50 años te llaman la solterona, la amargada, en fin, todos los estereotipos que la misma sociedad nos impone a las mujeres. La edad por ejemplo se va marcando en las canas y arrugas, pero las canas y las arrugas en el hombre son plante y elegancia, es decir, que bien le siente la madurez.
En cambio en la mujer siempre se dice que ya se ve vieja, debió haber sido bonita cuando joven, entonces con todas esas valoraciones que creo tiene relación en cuanto a la identidad de la mujer, están relacionadas dentro de la obra y eso que está atravesando Dorotea, ya que es una mujer sola, que no tuvo un hogar, es decir, no conformó una familia y lo que le ha quedado a ella es aferrarse a su trabajo como una forma de sentirse útil, también se está afrentando al desplazo lo cual le está quebrando su pertenencia y estabilidad emocional.

Cómo están los espacios de las mujeres en la carrera artística
Desde el hecho que nos toca reivindicar espacios ya desde ahí estamos diciendo que los espacios son menos para las mujeres, a nivel de educación, familia, religión tenemos todavía un montón de estigmas donde tenemos que jugar un rol, es más, en la obra que tenemos en estos momentos en repertorio “respuestas para un menú”, hay un texto de Clara, el personaje de esta obra - porque a mí me interesa hablar mucho sobre el tema de mujer, ya que es un tema recurrente-, que dice, “quietas tenemos que estarnos quietas, no tenemos nada que ir hacer allá fuera”, es lo que a ella le han inculcado, es lo que a ella le han hecho creer y crecer en esa relación a nivel trabajo, y sexual entiéndase en relaciones de género, acoso de todo ese tipo de cosas que están en detrimento nuestro.
En el área artística una siente un poco más de libertad, sin embargo hay disciplinas artísticas que siguen siendo como algo pasajero del terreno masculino o femenino y con la dramaturgia cuando hablamos de dramaturgia pensamos inmediatamente en dramaturgos y eso tanto a nivel universal como a nivel histórico, revisamos la historia del teatro y nos vamos desde Sófocles, Shakespeare, etc.
Hasta el día de hoy encontramos contaditas las mujeres que han escrito teatro y no puede ser una necesidad masculina porque la necesidad artística no tiene género. En ese sentido, qué ha pasado históricamente, qué ha hecho que la dramaturgia no sea una rama florada por las mujeres o no se ha difundido lo que las mujeres han hecho en esa rama, sería como un tema de investigación.
De hecho con esto del premio se le ha dado mucho énfasis en las entrevistas, conversaciones y conversatorios que es la primera vez que se gana en el género teatro, pero al mismo tiempo es una mujer quien gana ese premio.
Entonces con el solo hecho de ser mujer nos da otro valor y es complicado porque no tendría que tener un valor extra solo por ser mujer porque entonces no tenemos equidad de género. En ese sentido, se tiene que tener equidad de género en el ámbito artístico, no importaría que fuera una mujer la que gana este premio, es como un arma de doble filo el hecho de que hay que darle su espacio porque lo ganó una mujer lo cual nos trasluce que la mujer está en desventaja siempre y por tal motivo, es que hay que hacerlo público.

Qué ha tenido que superar Jorgelina para llegar hasta donde está
Yo creo que una va teniendo que superar en el transcurso del tiempo un montón de barreras, empezando por las personales, esos momentos de decisiones donde decís qué voy hacer con mi vida, quiero dedicarme al arte o a una carrera universitaria. En mi caso estudié psicología en la UES y llegó el momento en que me vi sentada confrontándome, qué quiero hacer con mi vida, entonces esa decisión en otras realidades en otros contextos sería una decisión fácil pues mi vocación es ésta y no hay por qué conflictuarse con este tema.
Para la artista y el artista en este país ya nos hace también conflictuarnos, porque te preguntas y de qué voy a vivir, te lo pregunta tu familia, amigos, amigas y la misma sociedad delimita que eso no es trabajo o que esa no es una profesión.
Hoy por ejemplo con el premio es que tengo un lugar. De repente Jorgelina la dramaturga pero yo digo, yo pude haber escrito la misma obra “al otro lado del mar” pude estar en mi computadora el año pasado tal y como fue y nunca haberla mandado a Cuba y nunca haber ganado Casa de las Américas y nunca sería dramaturga en este país, no sería reconocida, es decir yo agradezco realmente y estoy muy contenta con la aceptación de los colegas y las colegas y me legra que ahora me llamen para hablar de mi obra, tengamos un diálogo, pero también me pregunto y lo cito con palabras de mi personaje ¿yo soy yo independientemente del premio?,
Tengo una identidad adquirida a través de un reconocimiento social internacional, no salvadoreño y eso son las cosas con las que tenemos que bregar nosotras, entonces te preguntas y si no hubiera ganado y mi otra compañera que está ahí tratando de escribir y escribir o los hombres, entonces eso te hace reflexionar en tu realidad.

Será el aspecto económico o la cultura salvadoreño con relación al arte que no permite que mujeres y hombres se desarrollen en ese ámbito artístico a nivel nacional como internacional
Indudablemente el factor económico es parte del fenómeno, pero más que eso es el nivel histórico, como nación tenemos una historia de altos y bajos, una historia de tomar como nuestro ideas o culturas extranjeras.
El Salvador ha vivido haciendo intentos que se ven obstaculizados, ya sea por un conflicto armado o desastres naturales, lo cual ha contribuido a tener una historia que se levanta y vuelve a caer, entonces vamos haciendo nuestra historia fragmentada y en ese sentido no logramos consolidar tradición, no hay tradición teatral artística, incluso deportiva que nos permita crear referentes y necesidades culturales.
Nosotras y nosotros como país podríamos vivir perfectamente sin el teatro, el país fuera agobiante si desapareciera la televisión que si desapareciera el teatro, ya que no todo está concatenado, porque al final de cuentas no es el pueblo el inculto y no podemos ponerle a las personas esa etiqueta, no hemos sido un país que tenga políticas culturales que lleven el arte a las personas y que le hagan necesitar la expresión artística como personas ejecutantes o como espectadoras. En ese sentido tenemos que crear esa necesidad en la población, cómo, bueno creando estrategias, programas, políticas y normativas que nos permitan llegar a la gente, comunidad y sociedad para que la sociedad sienta necesidad del teatro.

Cómo ve el apoyo de la Secretaría de Arte y Cultura de El Salvador
Es una responsabilidad que todavía como artistas nosotras y nosotros no tenemos claro, hasta el momento hemos visto hacia dónde la Secretaría va a tirar sus líneas para fortalecer la expresión artística. En el tema de cultura y a partir del cambio de gobierno se han dado una serie de situaciones que no han permitido cimentarlas.
Como hacederas y hacedores de teatro o de las demás ramas artísticas, no vemos todavía cuál es ese plan de trabajo, línea y orientación. Primero, que la Secretaría empezó a funcionar un poco más tarde en relación al resto del gabinete de Estado, luego que se nombra una Secretaria y luego que la Secretaria ya no es, sino que es un Secretario, entonces esas cosas son pequeñas piedras en el camino que nos hacen retroceder y no avanzar.
Personalmente yo sigo confiando que algo tiene que pasar, se nos dijo, es una ventaja tener una Secretaría de Cultura que un Consejo de Cultura porque es un órgano superior, que bueno, perfecto, pero ahora necesitamos ver a este órgano como máximo rector del arte y la cultura hacia dónde se orienta para nosotras y nosotros, tener claro qué aportar, solicitar y esperar.

Un mensaje para la mujer salvadoreña
Si es a la mujer colega que ya anda en estos espacios artísticos, bueno, que nos unamos tirando esto para adelante, como decimos dándole nuestra fe, empuje, ganas y convicción, porque creo que somos mujeres creativas, de garra y lucha, porque como mujer hacer teatro en El Salvador no es cosa fácil y sé que todas nosotras que nos hemos decidido por esto lo sabemos, entonces es así como en aquel momento y cito a mis personajes, en donde pareciera que la vida se nos acaba de verdad es donde tenemos que seguir, esto es correlación a nosotras.
Ahora más allá, tiene que haber un relevo generacional, jóvenes, señoritas, niñas que de alguna manera tienen una voz interior que les dice que algo que no está normalmente establecido les llama la atención y ese algo se llama teatro, danza, canto, poesía, que lo busquen que lo asuman, porque lo más importante al final de cuentas, ya sea en arte, ciencia, deporte, cultura y tecnología, lo más importante es estar haciendo lo que de verdad sentís que nenecitas.

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